Esos golpes en la cabeza (Parte II y final)

Foto: Trabajadores.cu.

Por: Víctor Joaquín Ortega

Cerramos la primera entrega de este texto con las reflexiones de José Martí sobre el ámbito del músculo. Las reitero, de forma sintética: “Los hombres de todos los países, blancos o negros, japoneses o indios, necesitan hacer algo hermoso y atrevido, algo de peligro y movimiento, como esa danza del palo de los negros de Nueva Zelandia”.

Así lo escribió el Apóstol en el texto “Un juego nuevo y otros viejos”, del libro La Edad de Oro, donde subraya que los seres humanos gozan al correr algunos riesgos.

Sin embargo, Martí a su vez critica durísimo cuando esas urgencias son convertidas en espectáculo cazador de ganancias y entonces sus organizadores y otros negociantes viven a costa de los arriesgados sin jugarse una uña y es utilizado para enajenar a espectadores y atletas.

Entonces solo importa despertar la fiera que todos llevamos adentro tratando de salir y separar a los pueblos de sus esencias y problemas verdaderos. Es el pan y circo de la Roma de los gladiadores trasladado a nuestros tiempos en más de un “evento atlético”.

Y hablemos de pelota, donde la violencia, las inseguridades, los percances son menos tormentosos. Pero los hay, sin duda. Lesiones florecen en demasía. Algunas, alejadas de ser las comunes han excluido para siempre a varios peloteros de la lid de las bolas y los strikes por sus repercusiones físicas o psíquicas. Incluso broncas han terminado en muerte y cárcel. De tal tragedia no escapó nuestra admirable Liga Profesional de Béisbol.

Por ello he hecho hincapié en no pocas oportunidades acerca de impedir que el cubaneo se imponga sobre la cubanía, la guapería barata sobre el coraje en nuestras Series Nacionales o Liga Élite de hoy. Por cierto, hay que evitar los bolazos a propósito por antideportivos y antihumanos.

En realidad, el cuidado de los peloteros es superior ahora en las justas respetables de Cuba y el mundo. Va mucho más allá de los cascos, tan salvadores, y otros aditamentos. Brillan, la medicina especializada e incorporada, los fisioterapeutas, los psicólogos, cada vez más profesionales.

Ante un golpe en la cabeza, por el lado o por detrás, a pesar del casco si viene desde el box, sea un lanzamiento intencional o escapado, no basta con la intervención del médico. Se hace indispensable llevar a la víctima al hospital inmediatamente, aunque parezca que no ha sido nada.

Las apariencias suelen engañar. Ni pensar en que se mantenga activo, ni es aconsejable dejarlo en el banco presenciando el resto del combate. Estos casos no se resuelven con echarle agua en la cara ni con situarle una bolsa con ese líquido o hielo en la cabeza. Hacia el centro hospitalario enseguida para revisarlo y, después, observarlo durante buen tiempo y si los galenos lo entienden necesario prohibir su alineación al otro día.

Esos golpes, aún los que parecen moderados, pueden crecer, y la vida de cualquier pelotero —y de cualquier ser humano— vale más que todas las medallas en el más trascendental de los campeonatos.

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