Foto: Jit.
Por Víctor Joaquín Ortega
Respecto con esto último, hay medallas de oro de menor brillo, mientras otras plateadas y hasta de bronce, tienen mayor refulgencia.
Ocurre con no pocos que lograron subir a lo más alto del podio cuando fueron boicoteados los Juegos Olímpicos de Moscú 1980, Los Ángeles 1984 y Seúl 1988, porque se impidió la participación de rivales de superior calidad más que probada. ¿Y qué decir de la comparación de los dorados en el fútbol “de la convocatoria olímpica”, tan limitada, con los del mundial del reino de los goles? Existen muchos más muestras de este tipo.
Después de esta reflexión, ¡cómo disfruto poder escribir que el subtítulo de los voleibolistas de playa Jorge Luis Alayo y Noslén Díaz fulguran muy por encima de otros cetros demasiados alabados, al situar la emoción antes que el análisis.
Los cubanos cayeron en la final frente a un dúo brasileño de experiencia más rica, clasificada como la sexta del mundo. Disputaron un tercer periodo fuerte que finalizó 15 por 13, luego de levantar su juego y adjudicarse la segunda manga.
En la etapa eliminatoria habían doblegado a esa pareja, pero los brasileños estudiaron muy bien a sus victimarios de entonces, trazaron un plan de combate basados en lo analizado y sacaron la casta de campeones.
Algo más importante: este dúo, emergido no hace mucho de la adolescencia, poseen magníficas condiciones físicas y mentales, han crecido en el dominio de la técnica, y en todo ello ha sido indispensable la guía de Francisco Álvarez Cutiño, titular panamericano en la especialidad, actualmente el entrenador de estos jóvenes prometedores.
Alayo y Noslén saben que sin su cotidiano escultor en lo atlético y lo ciudadano no hubieran podido ofrecer esta alegría a su pueblo. Ellos tres, unidos en un haz, pueden dar muchas alegrías a su país.
Ocurre con no pocos que lograron subir a lo más alto del podio cuando fueron boicoteados los Juegos Olímpicos de Moscú 1980, Los Ángeles 1984 y Seúl 1988, porque se impidió la participación de rivales de superior calidad más que probada. ¿Y qué decir de la comparación de los dorados en el fútbol “de la convocatoria olímpica”, tan limitada, con los del mundial del reino de los goles? Existen muchos más muestras de este tipo.
Después de esta reflexión, ¡cómo disfruto poder escribir que el subtítulo de los voleibolistas de playa Jorge Luis Alayo y Noslén Díaz fulguran muy por encima de otros cetros demasiados alabados, al situar la emoción antes que el análisis.
Los cubanos cayeron en la final frente a un dúo brasileño de experiencia más rica, clasificada como la sexta del mundo. Disputaron un tercer periodo fuerte que finalizó 15 por 13, luego de levantar su juego y adjudicarse la segunda manga.
Foto: Jit. |
En la etapa eliminatoria habían doblegado a esa pareja, pero los brasileños estudiaron muy bien a sus victimarios de entonces, trazaron un plan de combate basados en lo analizado y sacaron la casta de campeones.
Algo más importante: este dúo, emergido no hace mucho de la adolescencia, poseen magníficas condiciones físicas y mentales, han crecido en el dominio de la técnica, y en todo ello ha sido indispensable la guía de Francisco Álvarez Cutiño, titular panamericano en la especialidad, actualmente el entrenador de estos jóvenes prometedores.
Alayo y Noslén saben que sin su cotidiano escultor en lo atlético y lo ciudadano no hubieran podido ofrecer esta alegría a su pueblo. Ellos tres, unidos en un haz, pueden dar muchas alegrías a su país.
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