Duane Bobick, quien ríe último se llama Teófilo (Parte II y Final)

Foto: AP.
Por Víctor Joaquín Ortega

Segundo acto: Juegos Olímpicos de Múnich 1972. “Considerábamos como rival más peligroso al norteamericano Duane Bobick. Recuerdo que yo estaba preocupado en la víspera del combate. Teófilo (Stevenson) entró en mi habitación, me miró y dijo: “Tranquilízate, vamos a comer”. La preocupación me había hecho perder el apetito. Teófilo, sin embargo, comió bien y se fue a descansar”.

El entrenador soviético Andrei Chervonenko goza contando el encuentro con la llamada “Esperanza Blanca”: “La pelea con Bobick la empezó seguro, pero a veces permitió al norteamericano pelear de cerca en el segundo capítulo. En el descanso le dije: estás peleando como el peor pugilista del mundo. Si quieres ganar, mantenlo distante. Unos cuantos directos y vencerás”.

Lo entendió el cubano. El ojo izquierdo de Bobick quedó cerrado. No veía bien tampoco del ojo derecho. Cedió y, en ese momento, lo alcanzó un terrible derechazo. Se desplomó como si le hubieran dado con un palo en las piernas. “A la tercera caída, el árbitro detuvo las hostilidades. Poco camino le quedaba a mi muchacho para llegar al título”, relata el adiestrador.

Stevenson propinó nocaut técnico en el round inicial al polaco Ludwik Denderys. En cuartos de final el referí dio por terminada la pelea al minuto y 48 segundos del tercer asalto por la golpiza recibida por Duane.

En la semifinal el fin del enfrentamiento llegó al 1.03 minutos del segundo raound, debido a la imposibilidad de seguir del germano occidental Peter Hussing. En la final pierde por abandono el rumano Ion Alexe. Teófilo es seleccionado el participante más técnico entre las cuerdas y por eso se le entrega la Copa Val Baker.

El gigante tunero, as en más de 81 kilo. Orlando Martínez monarca en los 54 y Emilio Correa de los 67 encabezan la primera muestra sabrosa de la rumba llevada al cuadrilátero por los cubanos, fruto de su escuela.

Chervonenko regresó a su país poco tiempo después para laborar con los valores de la disciplina de los jabs allá. Hasta los últimos tiempos de su existencia fue un hombre del boxeo. Para él jamás habrá olvido en la tierra donde nació, ni entre nosotros.

Algo más sobre Bobick y Stevenson

Bobick pasó al profesionalismo en 1973. Joe Frazier lo dirigió. Elaboró una cadena de victorias consecutivas. Mantuvo su invicto en 38 combares: ganó 32 antes del límite.

Al norteamericano jamás le llegó la gran gloria prometida y se perdió en la niebla del olvido de los púgiles frustrados. Ken Norton lo superó en 1977. Trató de regresar en 1979 a la gran escena y consiguió un encuentro frente a John Tate, a quien Stevenson noqueó aparatosamente en la cita olímpica de 1976. Salió por la puerta estrecha. Sufrió un accidente severo en un duro trabajo industrial que por poco le cuesta la vida. Padece de encefalopatía traumática crónica (demencia pugilística) desde hace bastante tiempo.

Teófilo Stevenson es considerado el boxeador amateur más destacado de todas las épocas. Se impuso en tres ocasiones en los Juegos Olímpicos: Múnich 1972, Montreal 1976 y Moscú 1980. De haber asistido Cuba a Los Ángeles 1984 y Seúl 1988 para muchos entendidos podría haber alcanzado la corona en esas justas.

El antillano conquistó los cetros mundiales de La Habana 1974, Belgrado 1978 y Reno 1986, además de las panamericanas de Ciudad de México 1975 y San Juan 1979 y las Centrocaribes de Santo Domingo 1974 y La Habana 1982.

Stevenson recibió la Orden Olímpica, el Trofeo Internacional Pierre de Coubertin, el Premio Fair Play, la Distinción Maestro Emérito del Deporte de la Urss y la Copa Russell, entre otros galardones. Fiel a su país, no firmó jamás como profesional a pesar de la millonaria propuesta.

Sin duda, habría sido as de la división máxima entre los rentados: a no pocos campeones y aspirantes a la faja derrotó. Amado por su pueblo y mucho más allá, este extraordinario atleta nació en Cayo Juan Claro, Las Tunas, el 29 de marzo de 1952. Falleció el 11 de junio de 2012 en La Habana al fallarle el corazón.

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