Diseño: Alejandro Castro Acosta/Radio COCO
Por: Leydis Luisa Mitjans
Lo que yo he aprendido es que los túneles de La Habana dividen dos mundos. El municipio Playa parece -precisamente- otro mundo. Incluso en aquellos lugares que no conforman las “zonas de privilegio”, la demarcación se percibe de otra Habana, que no es la capital de todos los cubanos.
Ubicado al norte de la provincia, limita con los municipio La Lisa, Marianao y Plaza de la Revolución; una combinación que, vista desde la distancia, da la impresión de que Playa está al alcance de todos y hasta cerca de todo. No obstante, una vez dentro, los “de afuera” sentimos la lejanÃa.
La denominación proviene del área de playa que se extiende del oeste a través de casi todo su lÃmite septentrional, algo que hace más especial los atardeceres de la ciudad, cuyo color naranja, cerca del mar, forma el retrato perfecto para la cursilerÃa y para la tristeza.
Playa es, también, un cliché.
Allà se localizan “algunas de las zonas residenciales más lujosas de la capital como el antiguo Country Club (Siboney) y Miramar, caracterizados por enormes residencias y espacios públicos de un gusto exquisito”, se puede leer en un recorrido rápido por google sobre la barriada. Es, de igual forma, uno de los lugares con más demanda en los grupos de redes sociales de venta de viviendas.
También forman parte de Playa, Cantarrana, Buena Vista, La Corbata, Las Canteras y Romerillo, “afectados por problemáticas acumuladas en el tiempo y que precisan de intervenciones para trasformar integralmente la realidad de los lugareños, siempre con la participación ciudadana”, de acuerdo con un reporte del diario local Tribuna de La Habana.
Sin embargo, casi nadie de afuera asocia esas comunidades con el municipio. Lo que sabemos, los que “nos muestran” son las embajadas y los sitios iónicos como el Acuario Nacional de Cuba, el Salón Rosado de La Tropical, el Estadio Eduardo Saborit o la Marina Hemingway .
Dicen -metafóricamente- que para vivir en Playa se necesita un carro. Y si bien no todos los que allà residen disfrutan de ese "privilegio", pensar en los accesos es también pensar en términos de clases sociales.
Aún asÃ, los aires de modernidad del municipio ilustran el sueño de una ciudad sin grietas.
LLHM