Foto: Boris Luis Cabrera Acosta. |
Por Ángel Ferrás Machado
La temporada del béisbol cubano terminó con el equipo de Las Tunas como campeón por segunda oportunidad en la historia de los clásicos nacionales y un merecido segundo lugar para Industriales, que llegó a la final con el rigor de una postemporada donde la exigencia fue máxima.
Los Leñadores fueron los de mejores resultados durante todo el torneo, en tanto los Leones de la capital fueron de menos a más en la 62 Serie hasta llegar, luego de 11 años, a la final.
Ciertamente la afición Azul está inconforme como es lógico, pero se perdió con el mejor, por más que resultaron polémicas múltiples decisiones de la dirección de los Leones. Ejemplo de ello ocurrió en el segundo choque cuando se trajo a Rafael erdomo como primer relevista en lugar de Frank Herrera, quien junto a Juan Xavier Peñalver en el cierre de los partidos eran casi al seguro. Esa derrota del segundo choque en el estadio Julio Antonio Mella psicológicamente afectó mucho al conjunto Azul.
Igual digo en el cuarto partido por qué traer como bateador emergente a Dairon Blanco con bases llenas y sin outs, hombre nulo a la ofensiva en la campaña y luego de la jugada de doble play es que le dan la oportunidad madero en mano a Ariel Hechevarría. Esta fue otra decisión criticada.
Sin embargo, a pesar de lo fallido de una u otra determinación, el equipo se enfrentó a un rival crecido, que no le dio vida a los Leones, diezmados a la ofensiva y en la pelota si usted no hace carreras, pues se las hacen.
El pitcheo tunero estuvo casi hermético, con pocas bases por bolas, lo contrario del staff habanero, con un pitcheo que se vio limitado. No obstante, esos mismos brazos llevaron el equipo de la capital cubana a un meritorio segundo peldaño y eso hay que ponderarlo.
La felicitación para Las Tunas e Industriales, el primero por su buen béisbol, por la garra y el deseo; el segundo por hacer soñar a miles de aficionados dentro y fuera de La Habana después de tantos años de espera.
Los Leones demostraron que, sin ser favoritos, pero poniendo el corazón y empuje como hacen los grandes conjuntos de esta gran urbe, se puede llegar a discutir el título de Cuba.
Ciertamente la afición Azul está inconforme como es lógico, pero se perdió con el mejor, por más que resultaron polémicas múltiples decisiones de la dirección de los Leones. Ejemplo de ello ocurrió en el segundo choque cuando se trajo a Rafael erdomo como primer relevista en lugar de Frank Herrera, quien junto a Juan Xavier Peñalver en el cierre de los partidos eran casi al seguro. Esa derrota del segundo choque en el estadio Julio Antonio Mella psicológicamente afectó mucho al conjunto Azul.
Igual digo en el cuarto partido por qué traer como bateador emergente a Dairon Blanco con bases llenas y sin outs, hombre nulo a la ofensiva en la campaña y luego de la jugada de doble play es que le dan la oportunidad madero en mano a Ariel Hechevarría. Esta fue otra decisión criticada.
Sin embargo, a pesar de lo fallido de una u otra determinación, el equipo se enfrentó a un rival crecido, que no le dio vida a los Leones, diezmados a la ofensiva y en la pelota si usted no hace carreras, pues se las hacen.
El pitcheo tunero estuvo casi hermético, con pocas bases por bolas, lo contrario del staff habanero, con un pitcheo que se vio limitado. No obstante, esos mismos brazos llevaron el equipo de la capital cubana a un meritorio segundo peldaño y eso hay que ponderarlo.
La felicitación para Las Tunas e Industriales, el primero por su buen béisbol, por la garra y el deseo; el segundo por hacer soñar a miles de aficionados dentro y fuera de La Habana después de tantos años de espera.
Los Leones demostraron que, sin ser favoritos, pero poniendo el corazón y empuje como hacen los grandes conjuntos de esta gran urbe, se puede llegar a discutir el título de Cuba.
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