Curiosidades deportivas: béisbol cubano y arte (Parte III y Final)

Bartolo Portuondo, beisbolista, amante de la música y padre de la Omara Portuondo, la "Diva del Buena Vista Social Club". Foto: Agate Type.

Por: Aynelis Sánchez Martínez


Si de unión entre del béisbol con la música se trata hay que señalar al receptor Alfredo Arcaño, quien jugó por 19 años (1887-1909) en citado equipo La Habana, donde se destacó como jugador de fuerza. Su hijo Antonio fue un excelente flautista y director de la Orquesta Arcaño y sus Maravillas.

Otro caso fue Bartolo Portuondo, jardinero de los ya nombrados equipos capitalinos. El jugador fue el padre de la célebre Omara del mismo apellido. “La diva del Buenavista Social Club” en una entrevista a la periodista e investigadora Mayra A. Martínez le comentó que su padre fue amigo personalidades como Eliseo Grenet, José Luciano Franco y Sindo Garay.

Para la década de los años 40 y 50 del pasado siglo era notable ver a importantes músicos compartiendo espacio con distintos jugadores. Uno de los ejemplos a resaltar fue Benny Moré, quien en muchas oportunidades celebraba las victorias del Club Habana junto a sus jugadores.

Tal era la afinidad del “Bárbaro del ritmo” por la pelota que existe una imagen de él vestido de smoking con bate en mano, en home y a su lado se muestra al cátcher Rafael “San” Noble del equipo profesional de Cienfuegos.

Asimismo, el cantante Roberto Faz fue otro de los artistas seguidores del béisbol sobretodo de su elenco de Regla. Con su conjunto animó a su equipo cada vez que tenía un partido y luego se alistaban e iban a cantar a la emisora CMQ. Por su parte, la Orquesta América en los años 50 puso a bailar a la capital a ritmo del chachachá “Miñoso al bate”, dedicado al legendario jugador Orestes Miñoso, quien fue sensación en Cuba con la franela de los Tigres de Marianao y en las Ligas Mayores, en su debut en 1951, con los Medias Blancas de Chicago.

“Minnie” Miñoso fue seguidor de los ritmos cubanos y foráneos. El doctor en Ciencias Históricas Félix Julio Alfonso, en su artículo Música y Béisbol, escribió acerca de la existencia de una foto de Miñoso estrechando la mano del cantante estadounidense Nat King Cole, en el Gran estadio del Cerro.

El deporte nacional no solo tuvo asociación con la música, sino también lo hizo con el séptimo arte. En 1956, el pelotero y excelente manager Clemente “Sungo” Carreras hizo de guía del actor estadounidense Marlon Brando en sus peripecias por La Habana.

El multifacético Brando tenía gran pasión por la música y los bailes del Caribe. De joven practicaba la batería con interés por el jazz y los ritmos antillanos.

Marlon se hospedó en el capitalino Hotel Packard bajo un nombre falso y Sungo lo adentró en el mundo de los célebres cabarets de la Playa de Marianao, dígase el Pennsylvania, la Taberna de Pedro y los Tres Hermanos, donde se presentaba el virtuoso percusionista Silvano Shueg Hechevarría, más conocido como El Chori.

Se cuenta que Brandon intentó comprar las tumbadoras del nombrado músico pero no tuvo éxito en adquirirlos. Pero sus intenciones también se vieron frustradas al tratar de conseguir los instrumentos de percusión de Chano Pozo, que formaban parte de la colección del fotógrafo Constantino Cala, amigo de Clemente.

Brando tuvo que conformarse con comprar par de tumbadoras por el valor de 90 pesos, algo que no le impidió salir a celebrar tocando junto a El Chori en sitios habaneros.

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