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Por: Abel Rosales Ginarte
La noche del 5 de agosto de 2022 el resplandor de la explosión del tanque 52 de la Base de supertanqueros de la vecina provincia de Matanzas despertó las alarmas en La Habana. La tensión por los sucesos del Hotel Saratoga se mantenía viva en los habitantes de la ciudad.
Fuego otra vez y la sensación de posibles péridas materiales y de vidas humanas. Arde de solidaridad la capital: se organiza una brigada de profesionales de la salud, nuestros principales hospitales dispuestos para recibir a los heridos, acuden periodistas, militares, bomberos, personal especializado.
La mayoría de los lesionados han recibido quemaduras de primer y segundo grados. Parece que una boca del infierno se ha abierto en Matanzas. Las noticias de que hay desparecidos ocupan titulares en los medios de comunicación. "Matanzas no está sola", escriben usuarios en redes sociales y Cuba toda se une al dolor y la incertidumbre de los hermanos matanceros.
Mensajes solidarios llegan desde distintas regiones del mundo. Una periodista se atreve apreguntar a los bomberos y rescatistas que se toman un descanso en medio del incendio que luce imparable: "¿Qué se siente al tener que entrar ahi de nuevo?" La respuesta nos regresa la esperanza en medio del caos: "¿Qué se siente? Hay que echar pa’ alante, porque eso hay que apagarlo".
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La Habana no ha podido olvidar el Incendio en la Base de Supertanqueros de Matanzas que dejó un saldo de 16 muertos y 146 heridos. El desastre, generado por una descarga eléctrica, nos ayudó a entender mejor el valor de la solidaridad, el elevado concepto de unidad que debe acompañarnos toda la vida.
AMC