Está el oriente del paÃs bajo las aguas. Foto: Tomada de Escambray |
Por: Reynier RodrÃguez
Ya el lunes tenÃamos idea de lo que iba a suceder. Nos lo habÃan alertado antes: se pronostican lluvias intensas para el oriente y el centro del paÃs. Una nota meteorológica rodó, en términos drásticos –casi, casi para echarse a llorar–, por los contactos del WhatsApp.
Mi madre me advirtió enseguida: según se dice, va a llover más fuerte que la semana pasada. Nadie pudo comprender que eso, en verdad, fuera posible, tras una semana de fuertes aguaceros sin parar.
Sin embargo, ni siquiera los presagios más demoledores pronosticaron lo que ha ocurrido. Está el oriente del paÃs bajo las aguas, arrasado por sus rÃos.
Extraordinarias inundaciones, derrumbes de casas, de puentes; árboles caÃdos, cables; municipios completamente desconectados del Sistema Eléctrico Nacional. Cosechas perdidas y miedo. Desesperanza.
Cuando no queda mucho en pie comienzan las noticias de nuevo: los principales dirigentes del paÃs se han desplazado hacia las zonas afectadas. El presidente ha hecho un llamado a la ciudadanÃa, para actuar de forma responsable en zonas con peligro de inundación. La fuerza de un paÃs.
Se ha cancelado el tren Habana-Bayamo-Manzanillo, y su correspondiente regreso, Manzanillo-Bayamo-Habana. Este es el mismo itinerario del agua. Mi madre llega hoy a La Habana, procedente de Santiago de Cuba.