Las bicicletas vuelven a ser protagonistas

En un pedestal en Cárdenas por sus inestimables servicios. Foto Reno Massola/Cubadebate

Por: Leydis Luisa Mitjans

A falta de combustible -e incluso de electricidad para dar carga a los vehículos de esas características- las bicicletas vuelven a ser protagonistas. Para algunos -tristemente- el medio de transporte de las crisis constantes del archipiélago. Déjà vu.

La Cuba de los 90 se “sostenía” sobre dos rueda. Ante el gigantesco descalabro económico conocido como “periodo especial”, fue la “solución” para garantizar la movilidad de una población sin alternativas. Más de un millón de bicicletas fueron importadas desde China durante una etapa en que familias enteras se trasladaban en este medio.

Sin embargo, ese contexto, que se pudo aprovechar para crear condiciones reales para el uso de las bicis y para potenciar una cultura de bienestar y movilidad sustentable quedó justo así: en un contexto, en lo que pudo ser y no fue. Cuando la situación del país tomó otros derroteros, la bicicleta quedó a un lado. 

“El clima desgastante, la falta de espacio en casa y las dificultades económicas hicieron de aquella década de los 90 la menos feliz y oportuna para valorar con justeza este medio de transporte y sus bondades. Duraderas y de mecánica simple, aquellas bicis no eran ni modernas ni ligeras, lo cual tampoco favoreció su aceptación más allá de las circunstancias. Quizás por todo eso se asocia su uso como una solución de tiempos de escasez: en pocas palabras, quedó su uso masivo como un mal recuerdo”, escribió Reno Massola, un ciclista apasionado. 

Cada tres de junio se celebra el Día Mundial de la Bicicleta para llamar la atención sobre los beneficios de un un medio de transporte -al decir de la UNESCO- simple, asequible y ambientalmente sostenible, que contribuye a un aire más limpio, a menos congestión y que hace que la educación, la atención de la salud y otros servicios sociales sean más accesibles para las poblaciones más vulnerables.

Por suerte para Cuba y su gente, hubo quienes, transcurridos los años más duros de lo 90, no se bajaron de la bici. Además, cuando el país permitió el desarrollo de emprendimientos privados soñaron con una ciudad donde estas también fueran protagonistas.

El caso más emblemático es el de VeloCuba, una mipyme liderada por mujeres para el rescate de la ciclomovilidad en La Habana con un enfoque social y empresarial, creada en 2014 por Nayvis Díaz Labaut.

VeloCuba, de conjunto con la Oficina del Historiador de la Ciudad, encabeza el primer proyecto de Bicicletas Públicas del país, nombrado Ha´bici. Precisamente de ahí derivó el proyecto Ha’Bici-Inteliforja, con sede central en la Universidad Tecnológica José Antonio Echeverría (Cujae) Y, como estos, también hay otros emprendimientos que apuestan por la bicicleta.

“Un sistema de transporte sostenible que promueva el crecimiento económico, reduzca las desigualdades y refuerce la lucha contra el cambio climático es fundamental para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible”,
refiere la UNESCO. Y, si bien los actores políticos del gobierno cubano han dado señales de pretender impulsar -más allá de las crisis- el uso de la misma, lo cierto es que, para eso, hace falta más que voluntad política. 

“No hay talleres, no hay piezas, no hay infraestructura en la vía, los carros no respetan a los ciclistas, y ni hablar de los precios de las bicicletas, que antes del ordenamiento eran caras y ahora, ni soñar con ellas. A mi me encanta la bicicleta, pero aquí no hay condiciones”, dice Daniel Amador, quien ya “cambió” la suya por una moto.
Fuera de La Habana la bicicleta no es una “alternativa”, es parte de la cotidianidad. En el resto del país la situación del transporte público es, incluso, más difícil que en la capital. Nno obstante ¿si pudiéramos elegir? ¿Por qué no pensar en las bicis como una alternativa? ¿Por qué no crear condiciones para ellas? ¿Por qué no imaginarlas más allá de las crisis?

 

 

LLHM

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