Fernández Retamar, el sobreviviente


Por: Abel Rosales Ginarte

El 9 de junio de 1930, la barriada de La Víbora, en la capital, vio nacer a uno de los más grandes poetas de Cuba. Las obras de Roberto Fernández Retamar trascienden su tiempo, con la fuerza de la palabra viva.

Unió a su labor literaria la de profesor de la Universidad de La Habana, la de editor y escritor en las más importantes revistas literarias de Cuba y América Latina. Su poética social, con un apego indiscutible a la tierra que lo vio nacer y amor siempre latente por sus seres cercanos, le abrió las alas a Retamar para emprender una meteórica carrera literaria.

Su poema, “¿Y Fernández?”, es una intensa crónica familiar: “Ahora entra aquí él, para mi propia sorpresa. Yo fui su hijo preferido, y estoy seguro de que mis hermanos, que saben que fue así, no tomarán a mal que yo lo afirme. De todas maneras, su preferencia fue por lo menos equitativa”.

El genial escritor cubano Francisco López Sacha, resume su huella en las letras de la Isla: “Fernández Retamar fue un extraordinario y admirado maestro, un eficaz antólogo, un gran teórico literario, y un destacado dirigente cultural. Fundó el Centro de Estudios Martianos en 1975, dirigió la revista Casa por más de cincuenta años y la convirtió en la caja de resonancias de la literatura de todo un continente, y al frente de la Casa de las Américas continuó y desarrolló brillantemente el legado de Haydeé Santamaría y los sueños de múltiples creadores”.
En 1989 recibe el Premio Nacional de Literatura. Doctor en Ciencias Filológicas e investigador titular, profesor honorario de la Universidad de San Marcos, en Lima, Perú y doctor honoris causa de las Universidades de Sofía, Bulgaria (1989), Buenos Aires (1993) y la Universidad Central de Las Villas (2011), Roberto Fernández Retamar ha dejado un legado inmenso en la cultura cubana.

Es la imagen siempre sólida del arte de la palabra, del hombre que habla de sus amores y sus penas, que muchas veces también son las de la tierra que lo vio nacer y las del artista comprometido con su tiempo.

Su pema “El otro”, escrito el 1 de enero de 1959, es una reafirmación de su estirpe: “Nosotros, los sobrevivientes, ¿a quiénes debemos la sobrevida? ¿quién se murió por mí en la ergástula, quién recibió la bala mía, la para mí, en su corazón? ¿sobre qué muerto estoy yo vivo, sus huesos quedando en los míos, los ojos que le arrancaron, viendo por la mirada de mi cara, y la mano que no es su mano, que no es ya tampoco la mía, escribiendo palabras rotas donde él no está, en la sobrevida?”

 LLHM

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