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| Foto: Jit. |
Por Redacción Digital
Una mañana inolvidable para Cuba protagonizó este miércoles el habanero Robiel Yankiel Sol Cervantes (T47), al coronarse en el salto largo de los V Juegos Parapanamericanos Juveniles de Bogotá 2023 con récord mundial de 7.71 metros.
El estadio de la Unidad Deportiva El Salitre estaba expectante con su actuación, pues se sabía que en cualquier momento podía llegar lejos, muy lejos.
El campeón paralímpico de Tokio 2020 cometió falta en su primer intento y luego saltó 7.05 y 7.55 metros. Con esa última marca estaba sobrado para imponerse, pero quería más, mucho más.
El cuarto ejercicio quedó por debajo de los seis metros debido a un golpe de aire cercano a la tabla, según explicó su entrenador Luis Bueno, quien todo el tiempo estuvo exigente e inquieto en la gradería.
Un brinco de 7.48 en la quinta ronda alertó de que estaba de vuelta en la competencia, pero no sabíamos que la escena estaba lista para un momento mágico.
Sin otra presión que buscar algo grande, Robiel se paró de espalda al tanque de saltos al final de la pastilla con las manos a la cintura. Afrontó el camino a la gloria sin demasiado aspaviento. Ni aplausos pidió...
Corrió fuerte y mordió la tabla a milímetros de lo prohibido. Voló y cayó allí donde los sueños se hacen realidad. Esperó la bandera blanca y trotó a la mesa a buscar lo suyo. Estalló en alegría y corrió al final de la pista, justo a donde se había prometido, segundos antes, tatuar para siempre la historia de estos Juegos.
Lo demás fue euforia y felicidad, más ese orgullo de lo cubano. Se escucharon otra vez las notas delglorioso himno cubano.
Cerca de Robiel, en el podio, estaba Adelvis Durán, quien con 6.30 metros mereció una plata solo opacada por la grandeza de un genio.
Tomado de Jit
El campeón paralímpico de Tokio 2020 cometió falta en su primer intento y luego saltó 7.05 y 7.55 metros. Con esa última marca estaba sobrado para imponerse, pero quería más, mucho más.
El cuarto ejercicio quedó por debajo de los seis metros debido a un golpe de aire cercano a la tabla, según explicó su entrenador Luis Bueno, quien todo el tiempo estuvo exigente e inquieto en la gradería.
Un brinco de 7.48 en la quinta ronda alertó de que estaba de vuelta en la competencia, pero no sabíamos que la escena estaba lista para un momento mágico.
Sin otra presión que buscar algo grande, Robiel se paró de espalda al tanque de saltos al final de la pastilla con las manos a la cintura. Afrontó el camino a la gloria sin demasiado aspaviento. Ni aplausos pidió...
Corrió fuerte y mordió la tabla a milímetros de lo prohibido. Voló y cayó allí donde los sueños se hacen realidad. Esperó la bandera blanca y trotó a la mesa a buscar lo suyo. Estalló en alegría y corrió al final de la pista, justo a donde se había prometido, segundos antes, tatuar para siempre la historia de estos Juegos.
Lo demás fue euforia y felicidad, más ese orgullo de lo cubano. Se escucharon otra vez las notas delglorioso himno cubano.
Cerca de Robiel, en el podio, estaba Adelvis Durán, quien con 6.30 metros mereció una plata solo opacada por la grandeza de un genio.
Tomado de Jit
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