Foto: ACN. |
Por Víctor Joaquín Ortega
Las boxeadoras cubanas debutaron en la arena internacional en los V Juegos del Alba. Les fue mal, a pesar de la discreta calidad de las oponentes. Lógico, pues llegaron tarde y todavía falta técnica, fogueo y estilo.
Lo ocurrido no demerita el papel de sus guías. Les ocurrió parecido a las luchadoras y judocas cubanas. Según los expertos, de haber arribado más temprano a los eventos foráneos la cosecha de medallas sería bastante mayor, al menos 25 doradas más, sin dejar fuera de los logros a la magna cita olímpica. La niebla del machismo rodeó también el inicio de las judocas, aunque fue despejada más rápido.
Los prejuicios dañan mucho. Y no es el único sector que sufre dichos males dogmáticos. Lo peor: es antihumano y antidemocrático impedir a alguien escoger su carrera.
Con fuerza se habla de que el ring no es propio de la mujer, en tanto la lacera demasiado en lo físico y espiritual. Reflexionemos: lo que es malo para ellas es malo para los hombres. Sufren lo mismo, arriesgan de forma similar. ¿Acaso la nariz, ojos, lóbulos frontales, planos bajos… de los varones son de acero?
Sobre los riesgos, José Martí expresó que algunas personas encuentran goce en ellos: “Los hombres de todos los países, blancos o negros, japoneses o indios necesitan hacer algo hermoso y atrevido, algo de peligro y movimiento, como esa danza del palo de los negros de Nueva Zelandia”. (La Edad de Oro).
A lo anterior, añado: se jugaban la vida al hacerlo, pero ¿qué es la vida sin arriesgarse? Claro, el Héroe Nacional criticaba cuando el objetivo era el dinero, si los promotores y organizadores de un espectáculo de este tipo, sin aventurar una pestaña sacan la mayor tajada y usan el show para enajenar a los practicantes y los espectadores.
Es el caso del circo cuando quita las redes protectoras de abajo para atraer al público por la vía del morbo, el salvajismo. He ahí una muestra de barbarie por plata.
Vuelvo al debut internacional de las pugilistas caribeñas. En Venezuela demostraron coraje, ganas y voluntad, pero no bastó. Bastante han hecho en tan corto tiempo.
En cuanto a lo observado, agrego algo aprendido del gran campeón mundial Kid Chocolate. Lo sintetizo: “El boxeo es arte de dar y que no te den. Estoy en contra de los que cogen golpes para dar, sin cuidar para nada la defensa. El fajador debe trazar un plan de pelea y tratar de llevarlo a cabo. Tiene que arriesgar, pero no hay que regalarse.
“Todo boxeador, por buen pegador que sea, debe tener repertorio, saber combinar, trabajar abajo y arriba, según las circunstancias y el adversario. Un buen ataque abajo detiene al más veloz y debilita al más fuerte”.