Por: Joaquín Ortega
Ruge el carro. Se bambolea cual beodo. El chofer tomó sus traguitos. Acelera. Quiere llegar temprano a la casa. No puede ganarse otra pelea por la tardanza con su esposa. “ ¡Voy a cortar por aquí…Por allá tomaré contrario…, No puedo llegar tarde y así corto camino”. Acelera aún más. ¡Un ómnibus escolar de frente…! Intenta esquivarlo. … Crash… ¡Ay…! ¡Mi madre…!
El culpable del choque sale del auto volcado. Tiene varias lesiones. Fracturas incluso. El bus ha ido a parar a una zanja. Observa como salen varios niños. A algunos lo cargan los mayores. Se ven muy mal. Escapa… Corre, corre, corre, Hacia un puente separado algunos kilómetros del accidente. Piensa hasta en tirarse al río.
¡Quiero morir, quiero morir…! Decide huir. “Iré lejos, muy lejos… “Lo hace. Curado de las laceraciones, Sabe por la prensa que cinco niños perecieron. Varios más les quedan secuelas por el choque. Se pasa la vida huyendo, de la ley, de los recuerdos. En un territorio alejado empieza nueva vida.
Otra familia. Jamás se acerca a la otra. No ve nunca más a la mujer, a su hija. Cambia de fisonomía, hasta somete su rostro a varias cirugías.
Trabaja en una fábrica…Trata de olvidar, ser feliz. No le es fácil Las pesadillas se lo comen de noche. Despierto lo atacan. El miedo a que lo descubran lo invade aunque han pasado muchos años. Lo descubre una hija del primer matrimonio. Abandonada, enajenada, lo mata
Estas líneas surgieron al calor de uno de los capítulos de la serie televisiva Balthazar que pasa Multivisión. Me llegó bien adentro. Sentí que debía decir con palabras el sentimiento despertado en mí, más allá de los méritos artísticos del serial y el absurdo crimen de la muchacha, para mí grotesco e innecesario. Pero decidí usar esa obra y su golpe en mí …Ya verán.
Me dirigí a la calle Central, a pocos metros de mi hogar en San Miguel del Padrón, para algo que he sabido y he planteado a algunas autoridades para que tomen medidas preventivas: la gran cantidad de vehículos que ruedan contrario por esa calle con el objetivo de ahorrar tiempo y gasolina para incorporarse, en la mayoría de los casos, a las Ocho Vías.
Fui a la caza, Y en menos de hora y media conté trece transportes que cometían esa ilegalidad. ¡Barbaridad..! Cuatro motos, dos bicicletas y siete máquinas como aquí llamamos comúnmente a los vehículos de cuatro ruedas.
Ah, coincidencia: La Mesa Redonda de ese día se dedicó a los accidentes de tránsito. Pues en esta calle Central sanmiguelina no pocos tientan cotidianamente a este monstruo que tanto nos desgarra., Pero no es ella la única desgraciadamente donde abundan los choferes que marchan en sentido contrario.
LLHM