La impronta del genial autor habanero acompañó en las noches interminables de pasión creativa artista. Foto: ACN |
Por Abel Rosales Ginarte
“Hoy hablé de Martí en mi clase de castellano de sexto año de humanidades”. La voz de la poeta chilena Gabriela Mistral, Premio Nobel de Literatura 1945, conecta en el universo de la palabra con la obra martiana. En el libro “Bendita mi lengua sea. Diario íntimo de Gabriela Mistral” del poeta, ensayista y critico literario Jaime Quezada, José Martí, se levanta como el infatigable guerrero de la palabra, el cubano más universal.
“Hablando a mis alumnas de los grandes prosistas americanos les decía: Yo estimo mucho al uruguayo Rodó y al ecuatoriano Montalvo; pero al cubano Martí lo venero, le tengo una admiración penetrada de ternura, y cuando lo nombro, es algo más que cuatro sílabas lo que digo”, escribió la poeta en su obra.
Regocija saber que nuestro poeta y revolucionario estuvo tan cerca del espíritu de la chilena inmortal. La selección corresponde al “Cuaderno de varia lección (1918-1921)”. El fragmento del capítulo mencionado, refleja la intimidad de Mistral y la cercanía familiar con el cubano. El Martí fundador se revela en sus páginas. “Esta fue el alma hermosa por excelencia y el verdadero iniciador del modernismo, de la renovación de espíritu y forma, en nuestra literatura americana”, explica la chilena y es como si su voz traspasara el tiempo.
Sabemos que la impronta del genial autor habanero, acompañó en las noches interminables de pasión creativa artista. La pluma salvadora del apóstol por la independencia de Cuba sostuvo el corazón resquebrajado de la única voz femenina en lengua española merecedora del Nobel de Literatura.
“Ha sido este día el día de José Martí. !Como tantos! Los artistas que más han influido en mi vida, no solamente en mi pequeña obra, son: Tagore, Junqueiro, Andreiev y Martí, entre los modernos”. Ella sabe que en Martí vibra la conciencia americana con una fuerza única.
Sus versos saltan del papel y acarician el alma con la ternura de las cosas infinitas. No es de extrañar que Gabriela sintiera ese verso palpitante en su corazón tantas veces golpeado por la vida. “Yo no soy dulce y simple como Tagore, ni tengo la crudeza del Junqueiro de las blasfemias; pero he vivido sus ‘Simples’. En Andreiev he hallado, sí, mi tortura interior, y en Martí, como en ninguno, ‘la palabra viva’, aquella que se siente tibia de sangre recién vertida a la par que una frescura como de hierbas con rocío: la frescura de un corazón que fue puro”, afirmó.
El alma de América tiene en la obra del cubano y en las creaciones de Mistral, a dos fuerzas telúricas en palabra y verso en el continente. Surge con fuerza el encantamiento natural de la prosa martiana que abraza sin piedad.
La chilena confirma ese lazo sutil que la une para siempre a nuestro Martí: “Qué alegría tan grande hablarle a mis alumnas de este hombre noble como si se tratase de mi padre. Fue para mi hallazgo precioso encontrar un librito de Martí -Versos- en un puesto de libros viejos. A José Martí me lo amo a cada paso”. Pero no es la única vez que menciona al genial cubano en el mismo libro.
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En el capítulo “Cuaderno de Nápoles (1952)”, menciona a la isla caribeña con un tono muy especial: “Cuba está entre los países que más amo a causa de su escritor fundamental -José Martí- y, además, porque su pueblo siempre me dio una acogida que no está sumergida en mi memoria de viajera”.
La capital de Cuba la recibió en la década de los años 30 del siglo pasado. Así lo refiere en “Bendita mi lengua sea. Diario íntimo de Gabriela Mistral” el poeta e investigador chileno, Jaime Quezada. Reconoce la honda convicción martiana de Gabriela. Cita, de las conferencias en La Habana una frase de la Mistral sobre José Martí que lo resume todo: “… el maestro americano más ostensible en mi obra y en mi vida”.
AMC