Grandeza de Rafael Fortún, sin atarlo a las estadísticas


Por Víctor Joaquín Ortega

Valen las estadísticas. Pero si usted se encadena a ellas y hasta las sitúa por encima de hechos y protagonistas, pierde la esencia de esos números: está nadando en la superficie y no ha ido a las profundidades, y pasa de usarlos como instrumento a ser instrumento de estos. Ocurre en cualquier ámbito de la existencia.

En lo deportivo, desgraciadamente, es un daño acostumbrado. Si recordamos al velocista Rafael Fortún Chacón por ejemplo, no podemos quedarnos en sus medallas, los tiempos, los récords, aunque debemos conocerlos.

Es indispensable dominar cómo los logró, las condiciones que lo rodearon, los valladares vencidos, los rivales más potentes… 

De hacerlo,  con el calor adquirido, las cifras saldrán de su fetichismo debido a ese adiós a la frialdad. En los centrocaribes es el único que ha ganado tres medallas de oro en la prueba reina y lo realizó  de manera consecutiva. Quinta edición, Barranquilla 1946, con 10.4 segundos; Ciudad de Guatemala 1950, con 10 3(marca para el clásico); Ciudad de México 1954, 10.5. 

En la primera y segunda justa lanzó al peldaño plateado al jamaiquino Herb McKenley, subtitular olímpico de la prueba en Helsinki 1952 y en los 400 de Melbourne 1956, premio dorado y recordista del orbe en el relevo largo de la batalla finesa. Bronce: el panameño Lloyd LaBeach: tercer escalón en  100 y 200 en Londes 1948.

El agramontino dejó como subtitular en 1952  a otro de Jamaica: Leslie Lang, bronce en 100 y 200 de la  lid londinense.

En los 200 de la fiesta centrocaribeña de 1946, Rafael finalizó segundo, seguido por LaBeach, vencidos por McKenley. El nuestro agregó el  plateado del relevo en esa misma contienda, el cetro cuatro años después y de nuevo segundo en 1954.

Fue el más veloz en los I Panamericanos Buenos Aires 1951. Le cronometraron 10.6, igual que su más duro oponente Arthur Brag. Repitió la receta al estadounidense, 21.3 por 21.4 en los 200; plata en el relevo.

En cuanto a los tiempos, el periodista e historiador Mario Torres de Diego señala en Efemérides Deportivas (Editorial Deportes, 2018): “En esta ocasión la pista estaba inundada de agua por la fuerte lluvia…". Y expresa que el cubano fue “…nominado como el más destacado…”.

No brilló en el ámbito olímpico. Según Cubanos en Juegos Olímpicos. Famosos y Desconocidos (Editorial Pueblo y Educación, 2003), de Irene Forbes, Ana María Luján y Juan Velázquez: en 1948, en la capital inglesa, llegó a semifinales y no pasó de allí al quedar quinto en 100 y sexto en 200. 

En  Helsinki 1952, arribó a la misma fase y en ambas distancias fue el cuarto; también en el relevo. Como se añade en la obra, “…entonces , las pistas de arcilla, eran de seis carrileras  y solamente acudían a la finalísima igual cantidad de contrincantes”.

Por eso no pudo ser nuestro primer finalista en el atletismo olímpico. 

En el texto se ha comentado sobre algunos contrarios del agramontino. Sin embargo, rodavía no se ha tocado al principal. La etapa. Los sucesivos gobiernos del país, aliados a la peor maldad. 

Ni hablar de su apoyo verdadero a la cultura física, la recreación y el deporte. En lo competitivo, le interesaban más a esos funcionarios y a gran parte de los medios, las carreras de caballos y  las de perros, con sus respetivas apuestas, que las carreras del atletismo.

Una muestra es el propio Fortún. Negro y pobre, trabajador de la construcción, en su mejor momento como listero, residiendo en una casa de huéspedes cayohuesera, junto a otros atletas de bolsillos flacos, donde los estudiantes que la habitaban les decían: ¿Cómo ustedes van a ser deportistas? Lo que comen aquí se les va en cuanto suben por las escaleras…”.

El destacado velocista a pie desde la labor en parques habaneros hasta la pista del parque Martí o el estadio de La Tropical: no solía tener el dinero para el pasaje, y todavía no le habían pagado los tres meses que le adeudaban. Luego una tacita con café disfrazada de cena con algunas galleticas, gracias a una mano amiga.

¿Quién habla de alimentación especial o de un entrenamiento con todo lo que se debe? Con recursos propios pagaba mucho de lo relacionado con los viajes a las competencias en el extranjero y adquiría ropa de segunda mano. Como no había para más, por maleta, unas cajas de cartón bien amarradas. 

¿Qué muestra mayor que el premio recibido por el  refulgente participante de los Centrocaribes de 1954 y también de los Panamericanos iniciales: lo dejaron sin empleo en lo que pesaron los días que no trabajó porque estaba en las competencias en México y Argentina.

Rafael Fortún falleció en La Habana el 22 de junio de 1982. El Palacio de los Deportes de Camagüey lleva su nombre. 

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