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Por Ania González Rodríguez
La Conferencia General de la Unesco decidió proclamar un día como hoy 10 de noviembre como Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo. El propósito de esta jornada es renovar el compromiso, tanto nacional como internacional, en pro de tales aspectos.
Pero ¿cómo arriba Cuba a esta conmemoración? Con qué recientes impactos a favor de la sociedad? No hay mejor momento que este para argumentarlo, porque las acciones se han hecho palpables por estos días.
Dos nuevas y muy recientes actualizaciones sobre evidencias clínicas ratifican la efectividad de las vacunas cubanas anti-COVID-19: Abdala y Soberana. Los resultados de los mencionados inmunógenos, continúan confirmando, como dijera hace dos días el presidente cubano, que son «un hito de la medicina cubana, de la industria biofarmacéutica cubana, de nuestro sistema de salud y de la Revolución”.
Los complejos momentos que está viviendo el país, no pueden opacar aquí la celebración de este día mundial, con alegría, porque además de las evidencias clínicas actualizadas que ratifican la efectividad de nuestras vacunas, está también el control que diariamente estamos teniendo de la pandemia. A estos se suman a otros innumerables logros de nuestros científicos e investigadores.
El anterior es un hecho que quisiera ocultar la maquinaria del odio contra Cuba, pero que es imposible ante los resultados de un pueblo que no desmaya en impulsar el conocimiento, la ciencia y la innovación como elementos importantes para la solución de los problemas de la nación,sin olvidar el aporte solidario de sus resultados científicos a quienes lo necesitan en cualquier parte del mundo el mundo.