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¿Qué relación tiene el arte con el deporte? ¿Para qué realizan programas donde priorizan sus aparentes alianzas? Eso han comentado algunos acerca del espacio DeXarte, que transmite el canal TeleRebelde, y barbarizan contra tanto lirismo, tanta ternura de los dedicados a la gran influencia de la familia en el quehacer de los atletas.
Pierre de Coubertin, desde la inmortalidad, les va a responder. Antes deseo precisar lo siguiente: la cultura está en todo lo que distingue —y separa— al ser humano de los animales, desde su manera de comer hasta la de disfrutar las relaciones sexuales.
Cuando Fidel Castro nos indica la trascendencia de salvar la cultura no solo se refiere a la artística. ¿Acaso no hay que salvar la ciencia, la Historia, la Filosofía, lo jurídico…? En esa categoría está la Cultura Física: deporte, Educación Física, la base y la recreación.
Incluso, es un error común en los medios, muy difícil de eliminar, llamar páginas de cultura a las de arte: cabe decirles de cultura artística como las de deporte son de cultura física.
Para el rescatador de la gran fiesta olímpica, Coubertin, esta competencia “…no tienen como única misión la de exaltar la potencia muscular. Por el contrario, han de ser también intelectuales y artísticas” (1923).
También manifestó: “El deporte debe considerarse como productor de arte y como ocasión de arte. Produce belleza, pues genera al atleta que es una escultura viva. Pero además es ocasión de belleza por las edificaciones que por él se inauguran y los espectáculos y fiestas que genera”.
El francés afirmó: “El arte antiguo se ha servido del atleta en abundancia y perfección, pero solamente del atleta en reposo. El artista moderno tiene ante sí toda una otra interpretación posible y muchas y bellas obras pueden ser realizadas…”.
En la actualidad, con el arte crecido y más dinámico, el tema vibra en filmes de ficción, documentales, videos, reportajes. Pueden, deben ser más, y la televisión es un terreno muy popular y propicio.
No se amarró a las frases: el 25 de mayo de 1906 había convocado a la Conferencia Consecutiva de las Artes las Letras y el Deporte. Escenificada en la Comedia Francesa, allí participaron más de 60 escritores y artistas sobvresalientes. De esta reunión surgió el llamado Pentatlón de las Musas, un concurso de literatura, música, pintura, escultura y arquitectura integrado al programa del certamen que premiaría “…obras inéditas inspiradas en las ideas del deporte”, según la convocatoria.
Hubo que esperar a la quinta edición: Estocolmo 1912, donde Coubertin, bajo el seudónimo de Georges Hohrod y Martin Eschbach, conquistó el primer galardón en literatura con Oda al Deporte. En escultura triunfó el estadounidense Walter Winans con Peregrino de América, subtitular en tiro al ciervo.
Alfred Hajos, rey de la natación en Atenas 1896, apodado el “Delfín Húngaro”, ganó en París 1924, junto a su compatriota Dayen Lauer, la presea plateada en arquitectura, con Plano para un estadio. Arquitecto y periodista destacado resultó premiado por su labor en el deporte por el Comité Olímpico Internacional, en 1953, Falleció el 12 de noviembre de 1955, a los 77 años.
Desgraciadamente, esta lid artística apareció por última ocasión en Londres 1948, reflejo de la advertencia de Coubertin en 1894, aunque todavía los monopolios andaban en pañales y los negocios no habían maculado sobremanera, como ahora, a las lides del músculo y el olimpismo.
El Pentatlón de las musas no ofrecía plata como diversos espectáculos preferidos, aunque insanos, denigrantes e incultos que sí la traen.