El gran salto de la humanidad

 

La tripulación del Apolo 11, de izquierda a derecha: el Comandante Neil Armstrong, el Piloto del Módulo de Mando Michael Collins y el Piloto del Módulo Lunar Edwin "Buzz" Aldrin. Image Credit: NASA

 Por: Sender Escobar

Seiscientos millones de personas alrededor del mundo seguían el acontecimiento. El hombre llegaba la Luna el 21 de julio de 1969. Desde el 16 de julio el Apolo 11 tripulado por Buzz Aldrin, Michael Collins y Neil Armstrong de capitán, partieron con rumbo a los predios de Selene.

Cuatro días más tarde de su despegue, el único satélite natural del planeta Tierra, personaje en disímiles historias, canciones y varias mitologías, recibía a los primeros hombres.

El Apolo 11, compuesto por el módulo de mando Columbia y el módulo lunar Eagle llegaban a la órbita de la Luna. Comenzaba la operación para aterrizar. Collins permanecería en el Columbia, mientras que Armstrong y Aldrin dentro del Eagle descenderían hasta la superficie lunar.

Desacoplado de la nave Columbia el Eagle descendía para alunizar en la zona conocida como ´´Mar de la tranquilidad´´. En el trayecto una de las alarmas de la nave se activa. Neil decide tomar el control manual del Eagle y apoyado por Aldrin, lentamente descienden.

Esta decisión sería más que significativa, pues el sitio inicial de alunizaje era un cráter de 24 metros de diámetro que hubiera mal logrado la misión y puesto en peligro la vida de los cosmonautas.

Gracias a la pericia de Armstrong como piloto, la nave Eagle logra un aterrizaje exitoso.  A poca distancia donde más de cien años atrás el escritor francés Julio Verne en su libro ´´De la tierra a la luna´´ vaticinó la llegada del hombre al satélite, Armstrong bajaba por las escaleras.

«Es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad».

Expresó para la posteridad Armstrong al pisar el suelo lunar. Durante dos horas los tripulantes del Apolo 11 permanecieron en tierra selenita, donde colocaron diferentes objetos para estudios científicos, recolectaron 22 kilogramos de muestras y rindieron homenaje a pioneros de la cosmonáutica, Yuri Gagarin entre ellos.

Trece horas más tardes inició la operación de despegue y acople con el Columbia. Sin contratiempos y acoplados, los tripulantes pusieron rumbo al planeta Tierra. Sesenta horas duraría el retorno y el 24 de julio, ocho días más tarde del despegue con destino a la Luna el Apolo 11 amerizaba en el Océano Atlántico.

Desde 1969 hasta 1972, doce hombres en total llegarían a caminar y realizar experimentos sobre la superficie lunar. Sin embargo, en la primera de estas odiseas espaciales también América Latina en cierta medida formó, de modo espiritual, parte de su éxito.

El entonces secretario de prensa del club de futbol argentino Independiente de Avellaneda: Héctor Rodríguez al conocer la misión que protagonizarían los cosmonautas estadounidenses, solicitó a la comisión directiva de Independiente, nombrarlos socios honoríficos.

La organización deportiva confeccionó sus respectivos carnets de afiliados y envío para los hijos de los tripulantes, uniformes del equipo, así como tres banderines.

Serían estos tres banderines del equipo rojo, amuletos para la buena suerte según el propio Armstrong. Tiempo después del retorno y como parte de la gira mundial que realizaron, los primeros hombres en llegar a la Luna visitaron Argentina y el club Independiente en agradecimiento.

Pero también matices de leyenda se tejieron en torno a uno de los hechos más significativos de la historia: la Luna tenía dueño.

El 25 de septiembre de 1954 el abogado chileno Jenaro Gajardo Vera registró la Luna a su nombre. Circunstancia que lejos de ser tomado como burla, le dio notoriedad en la sociedad chilena al también poeta.

Según la historia popular, en mayo de 1969 el entonces presidente de los Estados Unidos Richard Nixon, para dar continuidad a la misión del Apolo 11, solicitó al abogado chileno su permiso para que los cosmonautas aterrizaran en la Luna.

En nombre de Jefferson, de Washington y del gran poeta Walt Whitman, autorizo el descenso de Aldrin, Collins y Armstrong en el satélite lunar que me pertenece, y lo que más me interesa no es sólo un feliz descenso de los astronautas, de esos valientes, sino también un feliz regreso a su patria. Gracias, señor Presidente. (Jenaro Gajardo Vera, 1969.

Cuentan que fue la respuesta del poeta chileno, ante la expresa solicitud de Nixon.

La trascedente y exitosa misión del Apolo 11, en medio de un contexto de Guerra Fría con la desaparecida U.R.S.S por la conquista del espacio, es considerada como una de las hazañas más significativas que ha movido el ímpetu, por hacer de los pequeños pasos, grandes saltos para la humanidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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