Camilo Cienfuegos: conociendo al hombre y al guerrillero

Camilo Cienfuegos con sus padres y hermanos: Emilia Gorriarán, Ramón Cienfuegos, Osmany y Humberto Cienfuegos. Foto: Tomada de Granma.
Por: Lenay Barceló Soto

Un hombre grande vio la luz en 1932 en el capitalino municipio Diez de Octubre: el Héroe de Yaguajay. A Camilo Cienfuegos, amigo, hermano y héroe incondiscional, se le recuerda este 28 de octubre a 61 años de su desaparición física.

Sin lugar a dudas, uno de los líderes más queridos por el pueblo cubano, se ganó ese afecto por derecho propio, más que todo, por la calidad humana que le caracterizó. Quién le conoció así lo asegura.

"Camilo es una figura legendaria, es la idea que yo tengo de Camilo, hasta de su mismo nombre nada común, lleno de fuerza y de poesía al mismo tiempo. Si nosotros inventáramos un nombre para un personaje de leyenda le podríamos poner el nombre de Camilo Cienfuegos.

La misma muerte de Camilo, perdido en el mar, la manera de conmemorarla, echando una flor al agua y todas aquellas, sus hazañas, son acciones de leyenda", así lo recordaba la heroína Vilma Espín.

Su padre, Ramón Cienfuegos, contó en una oportunidad cómo amaba a los animales, en especial a los perros.

"Camilo otra de sus cosas era con los perros, con los animales en general. Recuerdo ahora que, al poco tiempo del 10 de marzo de 1952, del golpe de Estado que diera el dictador Fulgencio Batista, se apareció en casa un perrito. Llegó por la madrugada, de eso estoy seguro, porque Camilo, asociando la llegada del animalito con la entrada de Batista por la posta seis en una madrugada, le puso Fulgencio.

Cuando se fue quisimos disimular y le decíamos Negrito. Una vez le escribimos mandándole una foto y él contestó: "Quedó muy bien Fulgencio".

Otro guerrillero invicto, Ernesto "Che" Guevara rememoró en una oportunidad un pasaje de los momentos de lucha en la Sierra Maestra. 

"Camilo tenía hambre y quería comer; tuvimos fuertes "broncas" con Camilo porque quería constantemente meterse en los bohíos para pedir algo y, dos veces, por seguir los consejos del “bando comelón” estuvimos a punto de caer en las manos de un ejército que había asesinado allí a decenas de nuestros compañeros.

Al noveno día, la parte “glotona” triunfó; fuimos a un bohío, comimos y nos enfermamos todos, pero entre los más enfermos, naturalmente, estaba Camilo, que había engullido como un león un cabrito entero", recuerda el Che.

Su amor por los niños y su carisma para ganárselos era evidente. Así lo confirman los recuerdos de Orestes Guerra, guerrillero invasor, jefe del primer pelotón de la Columna de Camilo.

"Los muchachos estaban divertidos; Camilo, aprovechando que los trabajadores y vecinos no podían abandonar, por razones de seguridad, el batey, los reunió y les habló a los niños y mayores. Recuerdo que a los muchachos les dijo que le pidieran a la maestra que cada viernes les hablara de Martí, Maceo, de nuestra guerra de Independencia.

"Él nos orientó a los miembros de la columna repartir dulces a los niños y entregar a cada trabajador una suma equivalente a un día de haber, porque no podían presentarse al trabajo ese día por estar retenidos por nosotros.

"Por último, todos cantamos –población y tropa rebelde– el Himno Nacional y la Marcha del 26 de Julio. Fue realmente un día inolvidable y Camilo tenía un regocijo tremendo porque se daba muy fácil con los niños y estos lo miraban con mucha admiración. A la hora de partir los niños estaban tristes".

Sin importar, qué arista del Señor de la Vanguardia, salga a la luz en fecha como ésta, lo que sí es seguro, es que era un hombre criollísimo, cubano de pies a cabeza, entero, sin manchas y eso seguirá siendo Camilo: un ser de luz, ejemplo para todo revolucionario nacido o por nacer.


Con información de Cubadebate

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