En Cuba casi la cuarta parte de la población fuma. Foto: Granma |
Autora: Teresa Valenzuela
Aquellas personas que nunca se pusieron un cigarro en la boca pueden considerar que la vida les dio un beneficio adicional. En el trayecto de la existencia humana la tentación llega por varias vÃas: unos escogen la acertada y no fuman, mientras que otros deciden ser para siempre esclavos de una adicción que tarde o temprano deviene letal.
Todo fumador presume de no ser dependiente del vicio, pero lo cierto es que no pueden vivir en paz si no lo tienen al alcance de la mano; algunos lo colocan cerca de la cama donde duermen, otros lo ponen debajo de la almohada para asegurarse de que lo tienen, ya sea de cigarro o tabaco, en el segundo caso el daño para el organismo es igual.
Una realidad
es que de adolescentes se cree que fumar hace más atractivos e interesantes,
igual a las muchachas que a los varones, y a veces hasta niños que aún no cumplieron
12 años se hacen la idea de que son adultos. A ellos serÃa bueno explicarles que la mayor atracción
que tienen es su propia personalidad y nada les aporta el cigarro.
Sin
acudir a los números se puede asegurar que la situación es seria en el mundo y Cuba
está incluida en las cifras que muestran los organismos internacionales; se necesita
de una mayor atención de padres, maestros y de toda la sociedad. Grandes
aliados serán para cambiar el contexto, explicarles las consecuencias tales
como son, y el perjuicio que causa.
No
serÃa ocioso hacerle saber a ese grupo poblacional los peligros que corren al
fumar, y asegurarles, que aún están a tiempo de dejarlo, siempre y cuando
demuestren voluntad.
Los
fumadores pasivos corren igual peligro de enfermar que los activos, de ahà la
importancia de exigirles que no lo hagan cerca de ellos y mucho menos dentro
de las casas, ya que el humo se expande y los afecta de igual manera.
Tras
campañas publicitarias de diversos tipos, y el trabajo educacional en las
escuelas todos estos años, se ganó de forma apreciable en el respeto a los no
fumadores; prácticamente no se ve a nadie que fume en un ómnibus o lugares
cerrados, ni en escuelas y hospitales, por lo que en esos espacios se respira
una atmósfera limpia y sana.
La
exhortación es a dejar el mal hábito, causa igualmente de dientes manchados,
mal aliento y olores desagradables en bigotes y barbas, en el caso de los
hombres.
Lo
agradecerá del mismo modo el bolsillo de los afectados, del que salen cada mes varias
decenas de pesos, que el mal hábito convierte en cenizas.
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teresa valenzuela