Cuando el futbolista inglés Justin Fashanu se declaró homosexual en 1990 prácticamente selló la posibilidad de continuar mostrando su talento en las canchas. Entrenadores, colegas de profesión, medios de prensa y algunas personas allegadas le dieron la espalda. La homofobia en el deporte no era un fenómeno nuevo entonces, pero sà poco visible y para nada cuestionado.
El 2 de mayo de 1998, el talentoso delantero se quitó la vida, suceso que conmocionó al mundo. Las alarmas se encendieron aún más cuando se conoció el tortuoso camino transitado por Fashanu.
Las sospechas de su orientación sexual impidieron mayores progresos en su paso por los clubes ingleses Norwich City, Nottingham Forest, Southampton, Manchester City, West Ham e Ipswich Town, asà como por otros de Estados Unidos y Canadá.
En una nota de despedida, Justin escribió: “Me he dado cuenta de que ya he sido condenado como culpable. No quiero ser más una vergüenza para mis amigos y familia (...)”. HabÃa sido acusado de abuso sexual por un joven de 17 años y su inocencia fue divulgada después de su muerte. Ya era demasiado tarde.
Otros casos no han sido tan dramáticos. El ex atleta de la Asociación Nacional de Baloncesto (NBA) de los Estados Unidos, Jason Collins, declaró ser homosexual en abril de 2013, cuando aún estaba activo. “Si fuera por mÃ, preferirÃa que otros hubieran dado antes este paso. Nadie lo ha hecho, y por eso levanto la mano”, expresó el deportista en su carta a la revista Sports Illustrated, la más influyente en materia deportiva en la nación norteña.
La decisión fue valiente, aún más si se tiene en cuenta que en ese momento Collins no tenÃa contrato. Luego jugó con los Nets de Brooklyn y se convirtió en el primer jugador abiertamente gay en competir en el torneo más prestigioso del “deporte de las canastas”.
Las reacciones fueron positivas. La directiva de la NBA, dueños de equipos y otros colegas como el estelar Kobe Bryant, asà como sus antiguos compañeros de los Wizards de Washington, manifestaron su respaldo.
Las historias pudieran ser muchas. Pero más allá de las vivencias o testimonios puntuales, diversas investigaciones coinciden en que el deporte es uno de los ámbitos más homofóbicos de la sociedad. Quizás sea uno de los reductos más fuertes del patriarcado, del machismo y de los modelos de masculinidades hegemónicas.
El universo atlético, además de fijar la heterosexualidad como norma, contribuye a prefijar falsas ideas de estatus entre los hombres de acuerdo a su virilidad. Más macho, más exitoso en los terrenos de juego.
A su vez, crea una zona de exclusión-confort donde “lo afeminado es rechazado, pero al mismo tiempo es aparentemente permisible”. Los comportamientos opuestos al canon no se perciben como transgresión, sino como validación de la hombrÃa. Son tan machos que pueden darse el lujo de pegar cachetadas en los glúteos u ofrecer algún que otro abrazo cariñoso, podrÃa ser una de las lecturas.
La mayorÃa de los medios de comunicación también forman parte de los mecanismos de control. Recordemos el revuelo o el morbo que causa cualquier rumor de homosexualidad en estrellas deportivas, sobre todo si son hombres.
O las narraciones, que en esencia, refuerzan las relaciones de subordinación de unos sobre otros y la violencia. “Aniquiló a…”, “apabulló…”, “pelear a muerte…”, son frases habituales y antagónicas con una supuesta debilidad.
La relación entre deporte y homofobia permite entender la asunción de jerarquÃas de acuerdo a la orientación sexual, con la heterosexualidad como bastión. Pero al mismo tiempo, deviene en espacio de validación homosocial, esto último si tenemos en cuenta que constantemente se busca la aprobación del grupo de iguales.
Jason Collins |
RECUADRO: ¡Estudio alerta!
En 2015 el diario español ABC dio a conocer en su versión digital un estudio internacional sobre homofobia en el deporte titulado Hacia fuera de los Campos (Out on the Fields), supervisado por equipos académicos de seis universidades.
Entre las naciones con resultados más alarmantes estuvo el Reino Unido, donde el 85 por ciento de las personas consultadas, incluidos las que se definen como heterosexuales, consideraron que alguien abiertamente gay, lesbiana o bisexual no estarÃa muy seguro como espectador en un evento deportivo.
Asimismo, casi la mitad (48 por ciento) de los hombres homosexuales que no practicaron deportes de equipo se desanimaron debido a experiencias homofóbicas en las clases de educación fÃsica. Mientras tanto, el 21 por ciento de los muchachos homosexuales y el 14 por ciento de mujeres lesbianas dijeron haber sufrido agresiones fÃsicas. En otros casos fueron vÃctimas de amenazas.
Además de Reino Unido, el estudio incluyó a Irlanda, Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda y Australia. En total más de nueve mil 500 personas de diversas orientaciones sexuales emitieron sus criterios por vÃa electrónica.
Continuará…
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