Foto y diseño: Gilberto González García |
Uno de
los jóvenes que vende pan todos los días en un carretón por el reparto de
Alamar, La Habana del Este, no se sintió cómodo cuando una vecina lo llamó para
comprarle el producto y le dijo compañero.
Cuando
se lo entregó le dijo ¿Por qué usted me dice compañero si yo no he cumplido los
20 años de edad y puedo ser su hijo y hasta su nieto?
La
mujer extrañada le preguntó entonces ¿cómo debía llamarlo? y él no supo decirle.
Así quedó el incidente, aunque más tarde el despachador del producto le decía a
otro vecino que sólo las personas de mayor edad se llamaban así entre ellas.
Algunos
que oyeron lo que el muchacho decía, opinaron que no apreciaban maldad alguna
en sus palabras; otro comentó que compañero
fue una palabra que se usó mucho a partir del triunfo revolucionario de
1959 en el país, ya que concernía a la población cubana que se sentía
identificada con el proyecto social que se desarrolló a partir de esa fecha.
Los revolucionarios se sentían honrados y orgullosos de llamarse así unos a
otros.
No
obstante, en la actualidad se utiliza con naturalidad en múltiples ocasiones,
por ejemplo, al llegar a una recepción de organismo o empresa y pedir ver a una
persona o solicitar un servicio; también al dirigirse a alguien en la calle
para indagar por una dirección, es decir, con el objetivo de atraer de forma
respetuosa la atención de otros. Fue una palabra que, por usarse durante muchos
años, devino hábito y costumbre.
También
es cierto que en la actualidad se combina con otras maneras como señora o
señor, trato que se da con naturalidad en disímiles lugares; otras veces se usa
colega, amigo, muchacho o joven. Todas son válidas y pueden emplearse.
Sin
embargo no resulta ocioso que las nuevas generaciones que coinciden en la
sociedad actualmente con los que sobrepasan las seis décadas de vida conozcan
sus orígenes y no se ofendan cuando los llamen compañero, más aún cuando prestan
un servicio de venta de alimentos en los barrios y se relacionan con muchas
personas.
No lo
dude, compañero tendremos para rato, y debe resultar grato escuchar la palabra luego
de conocer sus inicios y lo que aún representa para los cubanos.