¿Se apagará Londres?

Los equipos londinenses naufragan una vez más en aguas europeas.
Foto: http://ibongda.vn

Autor: Gabriel García Galano

Como el que no quiere las cosas y aunque nos falten 24 horas para el choque de vuelta Arsenal-Barcelona por Champions, deberíamos decir que Londres está en jaque mate en las competencias europeas.



La pasada semana el Chelsea fue expulsado de la competencia por un París Saint Germain que no dio margen alguno al mito de Stamford Bridge, nuevamente vulnerado por un rival que empata de esta manera el enfrentamiento europeo a dos victorias por bando, pues Chelsea se había impuesto en 2004 y 2014, antes de los más recientes descalabros.

Se vio a un conjunto blue que, a pesar de los chispazos que indicaban el intento de querer jugar a algo, terminó sin jugar a nada, oxigenado por momentos con la presión de la que nació el gol de Diego Costa y apagado por el tanto de ese fuera de serie que es Zlatan Ibrahimovic.

Terminaba así la Champions para los de Hiddink, de buena cara en la clasificación gracias a lo débil de un grupo en el que todavía pudieron imponerse a golpe de plantilla, haciendo caso omiso de la crisis anímica en el vestidor el tiempo que Mou permaneció en el banquillo.

Por otro lado está otro de Londres, el Tottenham, más que sentenciado en su visita al Signal Iduna Park, bañados de fútbol por un Borussia Dortmund que se está aferrando al sueño de levantar la Copa UEFA y va por buen camino.

Amén de lo que pueda decirse de cómo Pochettino debió alinear a los Spurs, no creo que Lamela y Harry Kane hubieran sido la diferencia de entrada, en un choque donde Tottenham no hizo más que tratar de esquivar los disparos de los alemanes, misión que resultó con algún éxito hasta el minuto 30 cuando Aubameyang abrió la cuenta.

Del resto se encargó Marco Reus, que se encargó de fusilar a Hugo Lloris en par de ocasiones para capitalizar las jugadas donde Gonzalo Castro, traído del Leverkusen para inexplicablemente jugar en la banca de Tuchel, funcionó como maestro titiritero.

Terminó el choque con un marcador de 3-0, que pudo ser de seis y obliga a los ingleses a replantearse la vuelta en White Hart Lane, pues si bien podían estarse reservando para la posibilidad de ganar la liga en caso de que el Leicester se desinfle, también están compitiendo por un título europeo que les es esquivo desde 1984.

Para último queda el Arsenal, en este análisis del tempranero ocaso londinense de este 2016. Arsene Wenger no será el último en hacer las maletas solo porque Tottenham verá su ejecución final un día después.

El conjunto gunner presionó como pudo en la ida, pero desperdició brillantemente lo poco que tuvo, que al menos le hubiera dado para un empate a dos o un no tan desventajoso 2-1. Les pasó lo de siempre: octavos fatal. Y por desventaja de dos goles en la ida, nunca han logrado remontar.

Y mucho menos debemos esperar si la vuelta es en el Camp Nou, con un Barcelona que pinta sobrado para anotarles dos o tres mínimo a este otro exponente de un desgastado fútbol inglés que deberá repensarse a partir de lo que suceda en la venidera Eurocopa de 2016.

Londres quedará entonces goleado por sus rivales, con un average de .000 en las competencias europeas esta vez. Parece inevitable que los interruptores del fútbol en el viejo continente se apaguen bien rápido, y una vez más, en la capital británica.


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