Muchachos, están a tu lado, obsérvalos…



Momentos del reencuentro de dos
participantes en la gesta de Girón.
Foto: Juventud Rebelde

Autor: Víctor Joaquín Ortega

Cruza la calle. El aire le alza las canas. La nieta espera. En la esquina, un mulato es la sonrisa misma: acaba de pegar su última ficha y su dúo, al vencer, levanta a los rivales de turno. Por allá, esa mujer compró el pan y se dirige al puesto: llegó la papa…


Están a tu lado enlazados por la compleja cotidianidad, y desagraviaron a Sandino, vencedor de yanquis y vendidos en Nicaragua. Somoza, la trampa, el asesinato. Solo así frenaron al general de Hombres Libres. Aquellos tres y muchos como ellos lo revivieron cuando aplastaron a los mercenarios y el apoyo estadounidense en Playa Girón: primera victoria militar plena sobre el imperialismo en América.

Tanta sangre generosa derramada. Tanta vida tronchada. Tanta heroicidad en los triunfadores, titanes más allá del éxito y sin partir desde la perfección. Lo magno fue su ascenso sobre las propias flaquezas para imponer la virtud vibrante bien adentro, avivada por la etapa fidelista, salvadora de toda la grandeza anterior.

Los sueños de la patria se convertían como nunca en realidad: no serían transformados en pesadilla. Contra la violencia de los viles, la guerra necesaria al estilo de José Martí. Defendíamos el triunfo del humanismo verdadero: el socialismo -ya había mostrado pasos y conquistas-, proclamado por el Comandante en Jefe Fidel Castro en el sepelio de las víctimas del preludio criminal: los bombardeos.

El de las canas batidas fue uno de los niños héroes de Playa Girón, artilleros que cazaron a los aviones enemigos disfrazados de cubanos, piloteados varios de ellos por estadounidenses. Periodista jubilado, ha escrito varios libros donde cuenta epopeyas y profundiza en los protagonistas.

El alegre “dominador“, del Ejército Rebelde, tanquista en el debut destrozador de los anhelos invasores. Coronel retirado, internacionalista, miembro de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, trata de llegar con sus narraciones testimoniales a niños, adolescentes y jóvenes.

La dama, en el bautismo de fuego de los Comités de Defensa de la Revolución: atar las garras de la quinta columna en la retaguardia. El grupo a su cargo capturó varios desafectos que intentaban apuntalar la operación gusana e incluso ocultaban armas. Maestra de primaria, muchos de sus alumnos, desde oficios y profesiones, no la olvidan. Mantiene su amor por la enseñanza: repasa a hijos y nietos de los vecinos, aconseja a los nuevos docentes.

Estos seres te rodean entretejidos a la historia que la patria sigue construyendo gracias a ellos, y a otros que les siguieron en lides ulteriores sin pedir nada a cambio; aunque…, sí, la continuación de la lucha con el mismo espíritu de entonces, para derrotar defectos, encontrar senderos apropiados, con el sentido puesto sobre lo actual, sin temer a realizar los cambios indispensables para que la Revolución sea cada día más Revolución. 

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