El peligro de Donald Trump… y de los otros

¿Beneficioso para Cuba? Ninguno

Autor: Eduardo González García

La Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad emitiĂł un llamado a los pueblos del mundo a unirse para rechazar “la maliciosa campaña racista, contra la mujer y los inmigrantes” de Donald Trump, principal candidato a la nominaciĂłn del partido republicano para las elecciones presidenciales de noviembre en los Estados Unidos.

El documento califica de “extremadamente alarmante” ese giro a la derecha en la polĂ­tica estadounidense.

Trump gana popularidad, primero, porque su discurso aparenta disidencia con respecto a la tradicional retĂłrica electorera y sugiere un cambio en la polĂ­tica del establishment, aunque un giro tremebundo e irrealizable.

Por otra parte, tiene el atractivo de un espectáculo de circo, la actuación disparatada de un payaso, aunque sea humor negro.

La campaña de odio de Trump recibe una enorme y desproporcionada cobertura de prensa, comparada con la de los otros candidatos, y no hay ninguna reprobación a sus exabruptos en los grandes medios de comunicación, advierte el llamamiento.

Donald Trump propone levantar un muro a lo largo de la frontera con MĂ©xico, ¡pagado por los mexicanos! De lo contrario, embargarĂ­a todas las remesas que los migrantes envĂ­an a sus familias.

Además, plantea detener a todos los inmigrantes y refugiados indocumentados y deportarlos, pues repite que son los enemigos de los Estados Unidos.

El precandidato republicano fomenta la violencia contra cualquiera que se opone a su retórica racista, llama a prohibir la inmigración de personas de origen árabe, al cierre de las mezquitas y a la supervisión de todos los musulmanes en los Estados Unidos, lo cual recuerda la obligación establecida para los judíos en la Alemania nazi, quienes debían llevar una insignia amarilla permanentemente.

Trump ha dicho que las mujeres deberĂ­an ser castigadas por hacerse un aborto, afirmĂł que pondrĂ­a armas nucleares en JapĂłn y Corea del Sur y no descartarĂ­a el uso de ellas en Europa y, entre otras descabelladas pero peligrosas declaraciones, dijo que cerrarĂ­a la embajada norteamericana en La Habana e impondrĂ­a condiciones a Cuba para reabrirla.

El llamamiento alerta que, aunque tal vez Donald Trump no gane las elecciones, ha “revivido el espectro del fascismo en los Estados Unidos” y ha dado un impulso incuestionable a las ideas de la supremacĂ­a blanca, la xenofobia y la violencia en ese paĂ­s.

“Este es el legado más terrible y preocupante de su campaña, que podrĂ­a exacerbarse, con Ă©l o sin Ă©l, si no nos unimos para detenerlo”, concluye el documento difundido aquĂ­ por el capĂ­tulo cubano de la Red en Defensa de la Humanidad.

Opino que el establishment no permitirá, cualesquiera sean los medios, que Trump acceda a la presidencia de los EE.UU., como tampoco dejará que Bernie Sanders, que representa el polo opuesto, ocupe la oficina oval de la Casa Blanca, pues promete una “revoluciĂłn polĂ­tica”, en un momento en que las circunstancias sociales lo favorecen.

La butaca presidencial estarĂ­a en disputa solo entre la demĂłcrata Hilary Clinton y el republicano Ted Cruz, dos caras de la misma moneda, como ha sido casi siempre en la historia de ese paĂ­s, y habrĂ­a cierta continuidad en la polĂ­tica exterior e interior, pero, ¡ojo, ya el mal está hecho!

El fundamentalismo de Trump ha obligado a los demás precandidatos a endurecer sus respectivas retóricas, para no deslucir demasiado ante un electorado que anhela un cambio.

El miedo a la proposición de Sanders también inclina a los demás precandidatos a fortalecer sus promesas al lado más conservador de esa sociedad que, aunque minoritario, es quien decide en última instancia la política de los EE.UU.

Quien sea el nuevo presidente norteamericano, apretará la tuerca hacia la derecha.

Con respecto a Cuba, Ted Cruz tratarĂ­a de revertir, en lo posible, el proceso de acercamiento a nuestro paĂ­s, mientras Hilary Clinton intentarĂ­a impulsar la continuidad, pero ambos tendrĂ­an el mismo propĂłsito de siempre: liquidar a la RevoluciĂłn e iniciar un imposible viaje nuestro al pasado neocolonial.

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