El olvido del respeto al consumidor


Atención al cliente en un mercado agropecuario estatal.
Foto: Javier Acosta Elejalde

Autor: Javier Acosta Elejalde
La ineficiencia en la calidad de los servicios ofertados a la población siempre ha sido una inquietud para los centros que tienen ese compromiso y un motivo de crítica por parte de la sociedad, lastimada por la falta de una solución real a ese flagelo.

El diccionario nos dice que la eficiencia corresponde a la competencia o aptitud, y a la capacidad que se tiene para lograr un efecto determinado. Sin embargo, parece más acertada la definición del Che al plantear que “la calidad en los servicios es el respeto a la población”.

Porque en todo acto donde la desconsideración se manifieste por parte de aquellos encargados de atender a otros, el resultado será siempre causa de descontento y malestar para quien paga por un producto, o acude en busca de atención gratuita.


El factor humano en la calidad de los servicios

Todos alguna vez hemos lidiado con una pesa alterada, productos en mal estado, demoras sin sentido o con alguien que ignora nuestra presencia por una llamada telefónica.

Los ejemplos de maltratos en los servicios son tantos como las personas perjudicadas por ellos. No obstante, más allá de la excusa de las limitaciones económicas, la falta de motivación laboral o de una mejor remuneración está el “imprescindible” factor humano que media en toda transacción con el público.

En ello radica que el respeto sea, en cuanto a los servicios, la simiente fundamental para alcanzar la calidad, la eficiencia y competitividad tan exigidas en estos tiempos. Y es que en una sociedad como la nuestra el ser humano debe ser lo primero.

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