Barack Obama, bloqueo y medidas hacia una nueva política


Foto: Cubadebate

Autora: Caridad Labrada Curbelo

Tras unas horas de cara a la verdad de Cuba, el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, regresó a su quehacer cotidiano dejando una estela de comentarios sobre la continuidad de la política imperial de bloqueo impuesta a los cubanos por más de medio siglo.


El reclamo respaldado por casi la totalidad de los países en la votación que cada año se hace en la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (Onu) desde los años 90, es el principal obstáculo que impide aliviar el dolor de quienes aún perdonan pero no olvidan sus muertos, necesidades económicas e infinidad de desaciertos de una estrategia que llega al siglo XXI como un lastre difícil de soslayar para normalizar las relaciones entre La Habana y Washington.      

Si bien hoy es preciso constatar el efecto beneficioso del restablecimiento progresivo de las relaciones diplomáticas con el “vecino del norte”, esto no basta para exigir el cese de la agresión criminal que, según el último informe de Cuba ante la Onu, precisa afectaciones ascendentes a 833 mil 755 millones de dólares -considerando la depreciación del dólar frente al valor del oro en el mercado internacional-, y a precios corrientes, con perjuicio por más de 121 mil 192 millones de dólares.

Por eso son múltiples las opiniones generadas en la mayor isla del Caribe, cuando los medios masivos de comunicación (nacionales y foráneos) todavía se hacen eco del acontecer noticioso de repercusión internacional como un hito histórico entre los dos países, pero de persistente y neurálgico diferendo político, de acuerdo a sistemas de gobierno diametralmente opuestos.

Sin embargo, el lado positivo de la visita del actual representante de la Casa Blanca siempre aportó un hálito de esperanza en la otrora deteriorada relación diplomática entre los dos países, pues añadió flexibilización para los viajes de residentes en Estados Unidos a Cuba dentro de las 12 categorías autorizadas y el permiso para emplear el dólar americano en algunas de las transacciones internacionales.   

También la firma de acuerdos de empresas estadounidenses con sus homólogas cubanas en materia de telefonía móvil y telecomunicaciones, así como el mejoramiento en algunos aspectos relacionados con transacciones financieras y créditos, entre otras anunciadas por los departamentos del Tesoro y de Comercio de Estados Unidos, desde el pasado año y en enero de 2016.  

Sin embargo, todavía “pesa y… mucho” la situación de la ilegal Base Naval de Guantánamo, ocupada por los norteamericanos desde el 23 de febrero de 1903, en territorio situado en el extremo sureste de la isla antillana en una extensión de aproximadamente 117, 6 kilómetros cuadrados entre tierra firme y agua, donde se encuentra una prisión militar.

¡Qué decir!, además, de las diferentes interpretaciones dadas por cubanos y estadounidenses sobre conceptos como democracia y perdón, cuando todavía Barack Obama requiere del consenso del Senado y el Congreso en cuanto a política de gobierno para hacer valer su autoridad como presidente estadounidense.  

Faltan, entonces más y mejores decisiones para hacer caer el bloqueo económico, financiero y comercial impuesto hasta hoy en la isla que mantiene, por ejemplo, la prohibición a subsidiarias de estadounidenses en terceros países a comerciar bienes con Cuba (Ley Torricelli), e imposibilita realizar transacciones con propiedades norteamericanas nacionalizadas por la isla (Ley Helms Burton).   

Así el año 2016 comienza para los cubanos con nuevas batallas pendientes del gran desafío desde antaño vislumbrado por el líder histórico de la Revolución, Fidel Castro Ruz, cuando sentenció la necesidad de “resistir, luchar y vencer” ante la cotidianidad socio-económica y política del mundo, en la que el bloqueo y la política imperial continúan siendo un gravamen para el desarrollo.

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