Mi maestra se llama Nora Elena Pérez Pérez

Foto: Calixto N. Llanes/Juventud Rebelde
Autora: Teresa Valenzuela

Vinculada al sector educacional desde hace 35 años la maestra Nora Elena Pérez Pérez considera un privilegio dedicar 23 al grado preescolar en la escuela 60 aniversario, de la Habana del Este.

Considerada por todos como una docente destacada, enseña a los niños los contenidos propios del grado en la que la actividad rectora es el juego mediante el cual el infante aprende a comunicarse, a la vez que enriquece el vocabulario y establece relaciones afectivas con sus compañeros de aula.


Con ella los pequeños conocen las vocales, los colores, el tamaño de las figuras, recortan, pegan, dibujan y comienzan a familiarizarse con la computación, además les inculca valores, buenos modales y formas de comportarse.

Sobre lo que más admira de sus estudiantes dijo: “lo que más me ha impactado todos estos años es lo cariñoso que son, inquietos, espontáneos, la gracia al hablar, la curiosidad por conocerlo todo, la imaginación, la alegría y el amor que me demuestran cada día”.

“Hablo mucho con ellos, les leo cuentos de José Martí y les digo quién era; en el aula juego con el grupo y me siento parte de este. Me hace muy feliz cuando ríen. Por todo ello me considero premiada por la vida”- afirma con una amplia sonrisa-. 

A su lado está una de sus alumnas nombrada como ella dice Susej terminado en jota Martírez Pérez. “Aprendo a estudiar, a pensar y razonar antes de dibujar, escribir con tarjetas y pronunciar el sonido sssssss, también a dibujar árboles, edificios, casas y rectángulos”.

“Mi maestra dice que las niñas deben de ser finas, delicadas y cuidadosas con el uniforme como lo soy yo”-dice de forma espontánea-.

Al  preguntarle si conocía alguna poesía, recitó una de forma emotiva y enérgica: “Una boina negra, una frente clara, unos ojos firmes entre suave barba; la mochila sobre la sudada espalda, el fusil alerta, entre las montañas; América toda pensando en su alma, no murió en Bolivia, vive  en la esperanza, los pueblos que sufren empuñen sus armas, adivinen su nombre: Ernesto Guevara de la Serna”.

Activa y cariñosa se le ve a la pequeña Susej Martínez, una de las niñas del grado preescolar donde imparte clases Nora Elena Pérez Pérez, quien considera que ser maestra fue un regalo que le dio la vida.

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