Aquel impresionante momento cuando Camilo entró definitivamente en la historia

Fidel anuncia el 12 de noviembre el fin de las operaciones
de búsqueda del Comandante Camilo Cienfuegos. Foto: EcuRed
Autor: Eduardo González García

 

Yo era un niño pequeño aquel 12 de noviembre de 1959.

Los fiñes solíamos apiñarnos, cada anochecer, en el portal de la única casa del barrio donde había televisor, para ver las aventuras, y algunos nos quedábamos un rato más.


Por eso fui testigo de aquel impactante momento, cuando el Comandante en Jefe Fidel Castro compareció en el programa “Ante la prensa”, afligido, pero firme, e informó al pueblo que, luego de quince días de búsqueda, había sido confirmada la noticia de la desaparición del Comandante Camilo Cienfuegos.

Yo, con siete años de edad, no podía comprender completamente lo que estaba sucediendo, pero sentía aquella atmósfera de profunda tristeza que embargaba a la población desde el 29 de octubre, cuando se conoció que el carismático líder guerrillero no había regresado a La Habana, después de neutralizar (solo con su presencia), y arrestar al traidor Hubert Matos, en Camagüey.

Rememoro las imágenes del lento andar cabizbajo de los mayores, el silencio en las otrora bullangueras casas de mi humilde barriada, y recuerdo, perfectamente, la extraordinaria explosión de júbilo con que el pueblo recibió, al séptimo día de búsqueda, la falsa noticia de que Camilo había aparecido, difundida por una estación radiotelefónica.

Aquella bola contrarrevolucionaria sigue siendo, para mí, el ejemplo más crudo de la perfidia y la ausencia de sentimientos humanos de nuestros enemigos.

La infamia logró el abyecto propósito de crear desconcierto y frustración masiva, cuando enseguida se supo que era mentira.

No obstante, todos, hasta los niños, continuábamos albergando alguna esperanza de que aquel comandante de la sonrisa franca y el sombrero alón apareciera, vivo y sano, en algún remoto manglar.

Decíamos, repitiendo palabras de los mayores, que el héroe imbatible de tantas batallas podía vencer cualquier obstáculo y aparecer, rompiendo monte, sucio, sudoroso, con la espesa barba poblada de hojarasca, pero tan alegre y vigoroso como siempre.

Sin embargo, aquel 12 de noviembre, Fidel, con voz pausada y serena, confirmaba la certeza de que Camilo había desaparecido, y nos decía: “el consuelo que debe tener nuestro pueblo, es que en el pueblo hay muchos Camilos y Camilo seguirá viviendo en hombres como él, y seguirá viviendo en hombres que se inspiren en él…”

Mientras escuchábamos esas palabras, la tristeza fue cediendo paso a la convicción de que aquel hombre inigualable había entrado para siempre en la historia.

Hoy, 55 años después, el hecho mismo de que la Revolución haya resistido las peores pruebas y siga renovando su andar indetenible, sin importar la magnitud y ferocidad del enemigo, prueba que Camilo sigue viviendo y vivirá eternamente en su pueblo.

Publicar un comentario

Artículo Anterior Artículo Siguiente