Actualización de política aduanera, opiniones sin pago de aranceles

Las regulaciones aduaneras acerca de importaciones sin carácter comercial de las personas naturales no contribuye a estimular la producción nacional, a incentivar la compra en el país. Los diferentes modelos de gestión concurrentes al mercado necesitan ser competitivos, si desean ganar el favor de los consumidores. (Foto: cubadebate.cu)Por Jorge Rodríguez
La anunciada actualización de la política aduanera, vigente desde el 30 de diciembre de 2011, y que será modificada a partir del primero de septiembre de 2014, mediante un grupo de resoluciones emitidas por la Aduana General de la República de Cuba y  el Ministerio de Finanzas y Precios, ha generado una catarata de opiniones hacia el interior de la Isla.
Hay que decir que Cuba en materia de leyes y disposiciones, hasta la llegada del proceso de actualización del modelo económico-social, consistente en la aplicación de 313 reformas aprobadas en el Sexto Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), era algo así como el cuento más corto del mundo, de la autoría de Augusto Monterroso, y cuyo texto no puede ser más breve: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. Dicho en otras palabras, podías dormir durante 20 años y cuando despertabas las legislaciones eran las mismas.
Si algo debemos saludar, en medio del influjo de las reformas en curso, es que la legislación del país se mueve en sintonía con esas transformaciones. Pero tampoco me parece adecuado que la Aduana y el citado ministerio, transcurridos apenas dos años y medio de “establecer el límite para la determinación del carácter comercial a las importaciones que realizan las personas naturales”, vuelvan a modificar las resoluciones emitidas entonces, aunque se diga que “todos los países regulan las importaciones no comerciales en su territorio, y Cuba dispone lo que, razonablemente, una persona necesita importar con carácter no comercial”.
Deseo ofrecer mis opiniones al respecto, sin el pago de aranceles, aunque se explique por las autoridades correspondientes que “la actualización de la política aduanera, que se aplicaba desde el 2011, es el resultado de la evaluación del comportamiento de los altos volúmenes de importación que realizan personas naturales con destino a la comercialización y al lucro”.
Se plantea que las nuevas disposiciones aduaneras “no tienen otro objetivo que el de proteger nuestra economía y estimular la producción y la compra en el país”. Si las cadenas de tiendas no aportan los mismos niveles de ingresos al país, es porque no resultan todo lo competitivas que debieran y pudieran ser, y para ello tendrían que resolver problemas hacia su interior, que lastran su eficiencia, como la visible y probada falta de control interno.
La tendencia importadora de camisas, pantalones y otros artículos de uso y consumo, no se revierte con voluntarismo de ninguna índole. Los problemas económicos de Cuba hoy no se resuelven tampoco con expresiones como: “no podemos hacer tal cosa” o “tenemos que producir mas cual cosas”.
No considero que las regulaciones aduaneras acerca de importaciones sin carácter comercial de las personas naturales contribuya a estimular la producción nacional, a incentivar la compra en el país. De hecho, quienes así piensan simplifican demasiado un asunto de no pocas aristas y lecturas. Los diferentes modelos de gestión concurrentes al mercado necesitan ser competitivos, si desean ganar el favor de los consumidores.
Recuerdo que el prometido mercado mayorista, donde el sector privado y cooperativas no agropecuarias pudieran adquirir materias primas e insumos, no acaba de abrirse. De ahí la presión existente con las importaciones de artículos a través de la aduana, para abastecer esas formas productivas y de servicios, cuya sostenibilidad se ve comprometida por esta causa. Un asunto que habrá que observar cómo evoluciona.
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